Aún me parece que si cierro los ojos y pienso en aquellos días de julio de 1996, quizá vuelva a verme vestida de amarillo y blanco cuando los abra. Tal vez eso me sucede porque después de tanto tiempo todavía puedo sentir la alegría y las cosas buenas que me llegaron junto con la posibilidad de participar en el II Congreso de los pioneros.
La cercana fecha de realización de la quinta cita de los más pequeños en Cuba, me recuerda la primera vez que estuve en la Habana, y cómo la capital del país perdió brillo frente a la excitación de saberme representando a un montón de niños y tener que hablar ante cientos de personas sobre sus opiniones. (más…)