El pasado día 31 de julio la televisión cubana publicó el testimonio de jóvenes mexicanos que viajaron a la Isla con la intención de proporcionar recursos materiales a personas para que sabotearan la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba. En el transcurso de la presentación se fue mostrando el carácter mercenario (búsquenme otro calificativo para quienes reciben dinero de una potencia extranjera y cambio este) de una buena parte de esos a los que la prensa extranjera califica como “luchadores por la libertad”. Sin embargo lo que más llamó mi atención fueron dos declaraciones que deben haber dejado muy desconsolados a unos cuántos.
La primera fue la del señor Ibrahím Bosch en su conversación con Vladimir Calderón, quien además de dar orientaciones sobre el dinero que recibirían quienes entraran a las iglesias, dijo con todas las letras que la oposición en Cuba necesita nuevos rostros, que “Todos esos rostros de las vacas sagradas se cayeron”. Habría que ver qué piensan Yoani Sánchez, Elizardo Sánchez y Bertha Soler de esto.
Esta última fue justamente la autora de las segundas declaraciones que llamaron mi atención y que, por cierto, le dan toda la razón al señor Bosch en su planteamiento. A la actual líder de las Damas de Blanco la vimos dando instrucciones de lo que había que hacer para ganarse el pago (parece que hay algunas damitas inventando historias para cobrar su salario) y también la vimos confusa a la hora de hablar del Papa, como si no supiera realmente de qué se trataba el asunto. Luego lo confirmó: Benedicto XVI recibe una carta con una solicitud de las Damas de Blanco de la cual su líder no conoce el contenido. Me pregunto quién la escribió.