Llegué tarde. De los 45 minutos que parece haber durado la función, solo alcancé a ver unos veinte. Fueron suficientes.
En el agua cobraban vida los personajes de esas historias míticas y cotidianas de Vietnam: el río lleno de peces y los pescadores en la búsqueda de su sustento y hasta dragones y unicornios.
Durante ese tiempo, alguna magia invisible me convirtió otra vez en una niña y bajo la calurosa carpa viajaba de la risa al asombro. Me preguntaba una y otra vez cómo era posible tanta coordinación de movimientos cuando aquellos ¿marioneteros? ni siquiera podían ver lo que hacían, pero aun así los muñecos bailaban, los unicornios jugaban a la pelota y la pareja de fénix danzaba como las aves en sus ritos de apareamientos, como si estuvieran realmente vivas.
Than Long se llama la compañía vietnamita de marionetas acuáticas que se presentó en la Habana, gracias a la cual, por unos instantes, viajé miles de kilómetros en la distancia y en el tiempo.
Fotos de Modesto Gutiérrez Cabo / AIN