Para Alonso
El comando avanzaba cauteloso por entre las raíces de los árboles y el agua casi a la altura de las rodillas. La noche se hacía más negra entre el follaje, mientras caminaban y solo se escuchaba el chasquido de las pisadas. Uno al lado del otro, ellos se miraban a ratos, unas veces en alerta ante cualquier sonido inusual, otras con la incertidumbre dibujada en el rostro o con una angustia contenida. Se indicaban con gestos cuándo detener la marcha, por un instante, para comprobar la seguridad del trayecto y luego reanudarla, para comprobar el terreno y continuar, con la respiración gruesa por la tensión y la falta de oxígeno.
En aquella misión de reconocimiento les iba la vida a todos, por eso era esencial llegar a tierra firme y establecer un campamento. El grupo era numeroso, pero ellos iban en la vanguardia, asegurando el camino. A sus espaldas, los pasos se convirtieron en carrera y pronto desde la derecha y la izquierda comenzaron a aparecer sus compañeros de equipo huyendo presas del terror. Gritaban y corrían, tropezaban y corrían, caían y al levantarse nuevamente corrían, alzaban los brazos en cruz como para protegerse de algo y seguían sin detener la estampida.
También ellos echaron a correr por puro instinto, uno al lado del otro, mirándose a ratos, unas veces como para confirmar que el otro todavía estaba allí, otras transmutados en la imagen viva del miedo. Iban hacia una tenue luz que se dibujaba adelante entre las ramas, agitados el cuerpo y los pensamientos. No había tiempo para entender lo que sucedía, para saber si correr era la solución, para investigar la causa del horror con el cual se precipitaban hacia la claridad, como si las sombras mismas fueran la amenaza.
Al borde del acantilado que resultó estar al final de la madeja de árboles detuvieron la marcha. Frente a ellos se abría la fría noche de un lago resplandeciente rodeado de un bosque de plata. A los lados, otros hombres y mujeres se detenían, caían, gritaban, volvían sobre sus pasos. Ninguno escuchó las únicas palabras que ellos se dijeron, solo los vieron por primera vez darse las manos y saltar rumbo a la muerte.
17 de mayo de 2019