Estoy en una reunión y alguien habla de valores. Yo tengo todavía la madrugada pesando sobre mis ojos, que miran al suelo y descubren mis sandalias. La última vez que me las puse caminé 10 kilómetros bajo la luna llena, venciendo al cansancio y los mosquitos. Lo digo en voz alta. A mi lado preguntan sobre mi viaje y yo cuento sobre la Ciénaga que viví, de un modo que parecen mis palabras como pinceladas de una gran acuarela.
Por primera vez me descubro hablando con pasión de Pálpite, sus restaurantes y cafeterías, de Playa Larga, Girón y Soplillar, con sus casas tan distintas a las que había anticipado mi imaginación. Después de poco más de una semana vuelvo a la paz de las Salinas de Brito y la vida intensa de Korimakao. (más…)